Reduce las grasas de tus menús
abr
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Nuestro paladar siente predilección por las grasas. No en vano son las responsables de aportar cremosidad, más sabor y consistencia a los alimentos. Pero optando por las llamadas "grasas buenas" (como las insaturadas del aceite de oliva o las poliinsaturadas, presentes en los frutos secos, ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares) y evitando las "malas" (presentes en embutidos, carnes rojas, lácteos enteros) le das a tu organismo las que necesita.
Comer bien sin engordar
- Lácteos: mejor desnatados. El sabor es prácticamente el mismo que los enteros y la cantidad de grasa que te ahorras es mucha
- Carnes: elígelas magras. Siempre que puedas opta por la carne blanca, sobre todo las aves, pero retira la piel. Si compras cerdo, elige trozos bien magros
- Pescados y carnes: Los blancos tienen muy poca grasa y la que contienen los azules le conviene a tu corazón.
Todo se puede comer. La cuestión es la frecuencia y la cantidad. Para no caer en abusos puntuales, la mayoría de veces sustituye los fritos, rebozados y empanados por alimentos a la plancha, al vapor o al horno. Si tienes el paladar acostumbrado a su sabor y textura, marca 2 o 3 días al mes para tomarlos.
Compara y decide
- En el desayuno: si decides tomar café con leche entera (9,5 mg de grasa) y 2 tostadas con mantequilla obtienes un total de 24,5 g de grasa. Pero la reduces a 0,5 g si tomas café con leche desnatada y 2 tostadas con mermelada ligera.
- En la comida: un plato de canelones seguido de una chuleta de cordero con patatas fitas y natillas suponen 49 g de grasa. Con un plato de macarrones con salsa de tomate, lomo de cerdo a la plancha y gelatina se reduce a 13g.
- En la cena: un sándwich de jamón y queso y un yogur son 29g de grasa; un bocadillo de jamón ibérico y un yogur desnatado solo 13.